¡Carpe diem!
by Unknown
La
paradoja de nuestro tiempo es que tenemos edificios más altos y
temperamentos más reducidos, carreteras más anchas y puntos de vista más
estrechos. Gastamos más pero tenemos menos, compramos más pero
disfrutamos menos. Tenemos casas más grandes y familias más reducidas,
mayores comodidades y menos tiempo.
Tenemos
más títulos académicos pero menos sentido común, mayor conocimiento
pero menor capacidad de juicio, más expertos pero más problemas, mejor
medicina pero menor bienestar. Despilfarramos demasiado, reímos muy
poco, vivimos muy rápido, nos enojamos demasiado, nos desvelamos
demasiado, amanecemos cansados, leemos muy poco, vemos demasiada
televisión y rezamos muy rara vez.
Hemos
multiplicado nuestras posesiones pero reducido nuestros valores.
Hablamos demasiado y escuchamos poco. Hemos aprendido a ganarnos la
vida, pero no a vivir. Añadimos años a nuestras vidas, no vida a
nuestros años.
Hemos
logrado ir y volver de la luna, pero se nos dificulta cruzar el rellano
para conocer a un nuevo vecino. Conquistamos el espacio exterior, pero
no el interior. Hemos hecho grandes cosas, pero no por ello mejores.
Hemos
limpiado el qué dirán, pero contaminamos nuestra alma. Conquistamos el
átomo, pero no nuestros prejuicios. Planeamos más pero logramos menos.
Hemos aprendido a apresurarnos, pero no a esperar. Producimos
ordenadores que procesan mayor información pero nos comunicamos cada vez
menos y menos.
Estos
son tiempos de comidas rápidas y digestión lenta, de hombres de gran
talla y frágil carácter, de enormes ganancias económicas y relaciones
humanas superficiales.
Casas más lujosas pero hogares rotos. Son tiempos de viajes rápidos, recuerdos vagos y
pastillas que hacen todo, desde alegrar y apaciguar, hasta matar. Son
tiempos en que hay mucho en el escaparate y muy poco en el interior.
Tiempos en que la tecnología nos hace poder comunicarnos y compartir
estas reflexiones o simplemente borrarlas.
Acuérdate
de pasar algún tiempo con tus seres queridos porque ellos no estarán
aquí siempre. Acuérdate de ser amable con quienes te rodean y alegrarles
el día a día. Acuérdate de abrazar a quien tienes cerca porque ese es
el único tesoro que puedes dar con el corazón sin que te cueste ni un
céntimo. Acuérdate de decir te amo a tu pareja y a tus seres queridos,
pero sobre todo dilo sinceramente. Un beso y un abrazo pueden reparar
una herida cuando se dan con toda el alma. Date tiempo para amar y para
conversar, y comparte tus más preciadas ideas. Y siempre recuerda:
“La vida no se mide por el número de veces que tomamos aliento, sino por los extraordinarios momentos que nos lo quitan”.