De la felicidad

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En cualquier época y lugar se ha hablado de la felicidad, se ha expresado el deseo de conseguirla. En cualquier época y lugar hemos hecho atrocidades en contra de ese estado del alma. Guerras contra los demás y contra nosotros mismos han sido la tónica de la mayoría de las sociedades. Últimamente aquí, viendo lo desgraciados que somos con eso del «tener» como máximo objetivo vital, habiendo descubierto que progreso material y actividad frenética no tienen nada que ver con la añorada dicha, volvemos al tema. Bien, estamos aceptando el fracaso de nuestros valores. Ahora sería fantástico que los señores de todos los poderes empezasen a planteárselo también.

Los sabios en la materia coinciden en que el secreto de la felicidad consiste en olvidarse de viejos esquemas mentales y desarrollar el camino del amor; primero hacia uno mismo y luego hacia los demás. En un darse cuenta de que nuestro pensamiento está lleno de creencias que nos manipulan y nos hacen sufrir, que sólo podremos empezar la andadura rehaciéndonos por dentro. Creo, y ahora voy a hablar de mí, que cuanto más has sufrido, cuanto más has luchado contigo y, por tanto, con el mundo, más fructífera es la tarea, más iluminadora y sorprendente. Yo, que sólo ando en los primeros pasos, he tenido que lavarme con estropajo de esparto una cabecita llena de prejuicios y negruras, una mirada asolada de negatividades y miedos. Ahora estoy por aprender a amar, amar a la gente y a las cosas como son. Quiero vivir, escribir sin dejar de ahondar en los conflictos humanos pero llenándolo todo de corazón y benevolencia. Quiero decírselo a ustedes, lectores que tanto me dan cuando les pienso.

Paloma Pedrero/larazon.es